Rogelio Segura Chen
Paciencia no es la habilidad de esperar, más bien es tener una buena actitud y habilidad mientras nosotros esperamos. Tener paciencia no sólo es saber esperar, es comprender cuándo no sé de algo en el momento en que lo esperamos. Nosotros tenemos que tener paciencia, constancia y valor para poder ver lo invisible, para creer lo increíble y poder lograr lo imposible. Es la capacidad de resistir y conllevar las adversidades con valor y sobre todo sin quejarse, esperando en la calma, aquello que tarda en llegar. Tenemos que tener paciencia, porque el tiempo de Dios es muy diferente al tiempo de nosotros. La paciencia es un árbol de raíces amargas, pero de frutos muy dulces, además es una virtud que pocas personas poseen y que hoy día, muchas personas lo exigen. Es un ejercicio de amor, fe y humildad que hace crecer a las personas. El secreto de la paciencia es recordar que el dolor es temporal y la recompensa es eterna. Nosotros tenemos que tener demasiada paciencia y aguantarnos, pero cómo personas que somos, tenemos un límite. Cuándo tenemos paciencia y esperamos el momento oportuno, todo resulta más fácil en nuestras vidas, es hacer las cosas con cuidado y la clave del éxito que lleva a la perfección, es una virtud de los grandes, de las personas exitosas y es la mejor compañera de la sabiduría. Gandhi decía: «Perder la paciencia, es perder la batalla» El Papa Francisco dice: «Sé paciente, a veces hay que pasar por lo peor para conseguir lo mejor, pero siempre confiando en Dios» «Demos siempre gracias a Dios, sobre todo por su paciencia y misericordia» «Quién no tiene paciencia no crece y se queda en caprichos» Las personas creen que la paciencia es pasiva, y no es así, más bien es activa y es fuerza concertada. ¡Paciencia, es esperar a la espera! ¡Tu fe necesita paciencia para alcanzar la Bendición de Dios! ¡La paciencia de Dios no tiene límites! ¡No dejes, ni permitas que nada, ni nadie te robe la paciencia! ¡La paciencia, pásala! Amigos y amigas pidamos a Dios nos dé la paciencia de Él, porque siempre la tiene con nosotros. Paz y bien porque cuesta muchísimo tener paciencia pero cuándo nos abandonamos en Dios es más sencillo y muy hermoso.